Por Procopio
Nunca más Germanwings. La investigación había sido pagada por Lufthansa pero tenía la garantía de la von Humbolt Universität. Más de doscientos mil cuervos de todos los países europeos habían sido estudiados con minuciosidad germánica. En ningún caso pudo demostrarse depresión ni tendencia, expresa o larvada, al suicidio. Como dato colateral el estudio había confirmado algo conocido desde antiguo: la capacidad de los cuervos para volar en las condiciones atmosféricas más adversas. Aún no se habían publicado los resultados del estudio y la información había corrido como la pólvora. Los economistas de las aerolíneas low cost ya habían calculado los beneficios que obtendrían sustituyendo a los actuales copilotos por cuervos previamente adiestrados. En Silicon Valley grupos de capital riesgo financiaban trabajos destinados a fabricar artilugios capaces de conectar el cerebro de los cuervos con los instrumentos de control de vuelo del avión. El Plan Bolonia ofrecía cinco masters acreditativos del nuevo empleo. Las universidades solicitaron que la materia se titulase Propedeutica Ornitologica. Nadie sabía muy bien lo que eso significaba. Pero al menos les permitía incluir en el staff docente a los catedráticos de latín masivamente en paro tras tantas reformas pseudoprogresistas. En las corveiras más desarrolladas los cuervos más astutos no se habían quedado quietos. En CCD, Cuervos de Centro Derecha, instruían a sus colegas sobre las ventajas de integrarse en una economía de libre mercado. La productividad permitiría diferenciar entre cuervos eficaces o inútiles, adaptados o antisistema. La meritocracia acabaría de una vez con el aburrimiento de la mermelada de la igualdad, un hecho contra natura. En CCI, Cuervos de Centro Izquierda, sucedía algo parecido pero con el estado de bienestar. Medicinas gratis para todos. Quien lo desease podría cambiar de sexo o de color en el plumaje. O cambiar el nombre de su calle y quince días de vacaciones en Benidorm. Algún entusiasta incluso prometía que el sol brillaría a medianoche pero los jefes advertían que tampoco había que pasarse.
Un enorme cartel ocupaba toda la fachada de la USC, Unidad Sindical Covrina. En grandes letras rojas podía leerse: nunca más comer carroña. Y su web anunciaba la gran noticia. Tras la amenaza de huelga general se había conseguido que las aerolíneas permitieran a los cuervos comer las sobras del menú de vuelo. Pero lenguas maledicentes y antisistema insinuaban que sólo dirigentes y liberados tendría acceso a los del menú de la clase business. Un cuervo de Manresa afín a CIU preguntó si el nuevo trabajo podría ejercerse en catalán. Después de algunas dudas le respondieron que si se podría pero pagando. Y nunca más se volvió a plantear esa cuestión.
BERLIN MON AMOUR
Convocado por Lufthansa Corvus Corax Xacobeus había acudido a la reunión de Berlín como observador independiente. Desde antiguo amaba esa ciudad. En ningún lugar del mundo podía sentirse más feliz que allí donde ahora se encontraba. Unter den Linden, núm. 8. La primera universidad moderna en la historia de la humanidad. Die Einheit von Lehre und Forschung. La unidad entre la docencia y la investigación. Sólo allí, en esa misma casa, tan bello lema había sido realidad. En el primer piso la galería de retratos lo atestiguaba: Hegel y Fichte, pero también Nils Bohr, Heisenberg y Max Plank. La filosofía y la física cuántica. Corvus revoloteaba de un lado para otro, escudriñando aquellos rostros, intentando adivinarles sus secretos. Pero esta vez una inquietud atosigante le bloqueaba aquel disfrute. Donde la mayoría de los cuervos veían un progreso él intuía una trampa. Siglos de evolución habían hecho a los cuervos ser tal como eran. No tenían las garras y el pico de las grandes aves depredadoras, era cierto. Pero entre los pájaros ninguno era tan listo, tan fuerte, tan libre y solidario como lo eran ellos. ¿De dónde les venía ahora esa obsesiva necesidad de ser productivos y eficaces? Recordó sus tiempos de asiduo lector de Noam Chomsky. «El concepto de eficacia no es neutral. Rezuma ideología por todos lados. Maximizar el rendimiento de las personas y de las cosas no tiene por qué ser la única medida de una existencia decente». Y por su memoria más antigua reapareció la sentencia del más brillante experto en tempestades y fulgores: «que el juego y el trabajo se entremezclen entre sí como antes ocurría en la existencia del cazador y del pescador».
En esas cavilaciones andaba metido el Cuervo cuando recibió una llamada. Pampinea solicitaba su participación en una mesa redonda. Corvus creyó oír que trataría sobre patos contra natura. De los patos Corvus sólo sabía que sus crías recién nacidas eran alimento gourmet preferido por los cuervos más voraces. Pampinea le aclaró que lo que era contra natura no eran patos sino pactos. También le dijo que el encuentro tendría lugar en Vilar de Donas. Nada más oírlo una suave música le alegró la mente y el corazón: «De tódolos amores o voso amor escollo/ miñas donas giocondas en vos ollo/tódalas donas que foron no país/ unhas brancas camelias, outras frores de lis». ¡As Donas Giocondas esperándolo en el más bello mural de Galicia! Comprometió su presencia pero pidió dos días de moratoria. No podría abandonar Berlín sin despedirse de Nefertiti en el Neues Museum ni degustar una vez más el Apfelkuchen que servían en el Adlon Kempinski.
LO QUE DIJO UN ITALIANO
Cuando Corvus llegó a la iglesia de Vilar de Donas ocupaba el púlpito un hombre joven, con pinta de profesor. Oyendo como arrastraba las erres al hablar el Cuervo se dijo: ¡qué raro, aún queda alguien que cree que un intelectual made in france tiene hoy algo que decir! Y esto era lo que estaba diciendo: «El colapso económico de 2008 representa para el capitalismo lo que la caída del muro de Berlín representó para el comunismo. Los europeos del Este se convencieron de que el comunismo no sólo no era la solución sino que era el problema. Lo mismo está ocurriendo ahora con el capitalismo en Occidente». Un italiano bajo y regordete que se llamaba Bragadoccio y que tenía en Milán un anticuario le interrumpió: «Hay una diferencia: La guerra de las galaxias de Reagan obligó a Rusia a elegir entre fabricar cañones o fabricar mantequilla. Gorbachov optó por la mantequilla. Sin cañones un muro no sirve para nada. El capitalismo es el único sistema que permite fabricar a la vez cañones y mantequilla. Bien lo supó Deng Xiaoping y ahí tienen a China». Se oyó una voz: «pero China no es una democracia». El italiano no se amilanó: La democracia es un lujo que sólo algunos países pueden permitirse. Nadie lo dice porque la palabra y el concepto democracia se han convertido en un tabú. Pero lo cierto es que en pocos años los demócratas hemos pasado del entusiasmo a la resignación. Y la resignación pude ser una virtud moral pero nunca será un valor político. Els Bri levantó sus ojos del libro que con escaso disimulo estaba leyendo. Antigua campeona de tenis ahora explicaba sociología en la universidad de Tagen Ata. Siempre más gacela que paloma, más Greta que Marilyn conservaba la distinción de aquellos que nacen con la elegancia pegada a los huesos del esqueleto. Como hablándose a sí misma dijo: «la libertad de la democracia parlamentaria es una libertad burguesa. Un concepto destinado a transformar todos los vínculos de responsabilidad en relaciones contractuales. A corto o a medio plazo pero meros contratos. En su ámbito no hay lugar para instancias supremas. Y sin una instancia superior y anterior a la política la racionalidad económica siempre impondrá su ley». Y volvió a disfrutar la lírica épica de Amor de Artur, el libro que estaba leyendo. Al italiano todo aquello le sonaba a Carl Schmitt y refunfuño: en política siempre preferiré un mal contrato a una buena homilía.
PLAZAS, REYES Y PEZUÑAS
Allí nadie chillaba, ni insultaba ni se quitaban la palabra unos a los otros. Pampinea pensó que con modales tan anticuados la audiencia pronto se escaparía añorando las calenturas de las tertulias de la televisión. Con gesto serio conminó a sus invitados: «aterricen de una vez, por favor. Estamos en España, en Galicia y en año electoral. ¿No tienen nada que decir sobre lo que está pasando?» Nadie hizo ademan de contestar. Corvus batió las alas y en un breve escorzo se posó en el atril del pulpito. Carraspeó, aclaró la voz y sin mirar al profesor francés inició el discurso que traía preparado. «Estigmatizados los partidos el concepto político de moda es la plataforma. La con-fluencia. Fluir juntos como lo hace el agua en el rio o en la marea. Hasta ahora el lugar natural para confluir era la gran plaza pública. Puerta del Sol, Plaza de Cataluña, la Quintana, Sintagma o – ¿ustedes lo recuerdan? – la Plaza de Oriente. ¿Por qué esa predilección por la gran plaza? Está bien claro. Ya Heródoto dejó escrito: es más fácil engañar a muchos juntos que hacerlo de uno en uno. La gran novedad es que ahora esa gran plaza es un lugar virtual: internet. Sin internet ya no pude entenderse ni el conocimiento ni la sociabilidad actuales. También eso mismo podría estar ocurriendo en la política. Lenin dijo que el poder eran los soviets más la electrificación. Quizás hoy diría: media docena de gurús bien adiestrados más la digitalización. Se oyó una voz: ¿adiestrados en que cosa? Corvus respondió, seguro de sí mismo: «en un maniqueísmo. El que hace coincidir necesariamente a los políticos con el vicio y a los ciudadanos con la virtud». Un socialista-psoe todavía no fagocitado, discípulo de Antonio Elorza, tomó la palabra. Eso es lo que Monedero ha llamado «leninismo amable». Los canales de intermediación ya no son los partidos ni los sindicatos. Todo fluye y converge en la red. Emitir y recibir continuamente mensajes en la red produce una gratificante sensación de participación. Pero el flujo de halagos y descalificaciones constantes produce un ruido que hace difícil la reflexión. La tecnología: internet hace posible que al final elabore las listas y tome las decisiones una sola persona. Eso es el cibercaudillismo.
La alusión al gurú de la coleta era tan clara que Pampinea preguntó: ¿Cómo se explican ustedes el éxito de Podemos? Pseudominus consideró obligado levantarse y contestar. Con voz pausada fué diciendo: «el politólogo de Vallecas supo ponerle cara y discurso al malestar social. Un discurso que sacó a los indignados de las plazas y los ha metido en las instituciones. Ese es su mérito. La casta fue un hallazgo lingüístico. Quizás injusto pero emocionalmente superexpresivo. No lo entendemos bien porque nos han dicho, y nos lo hemos creído, que somos ante todo seres racionales. Pero lo cierto es que nuestro cerebro está programado para responder en primera instancia a estímulos emocionales. Las emociones llegan, conmueven y se van. Sólo persisten si en la conciencia se transforman en sentimientos. Y esa es la cuestión clave que todavía está por ver». El Doktor se dio cuenta de que en su discurso se había metido en andurriales peligrosos. Recuperó el sentidiño y continúo: «también supo aprovechar el conflicto generacional». Y gustándose a sí mismo añadió: «los hijos golpean a sus padres con las pezuñas de sus abuelos». Nadie entendió lo que quería decir hasta que aclaró: «conceden a una Republica que no conocieron las virtudes que niegan a la Transición que los hizo posibles». Y antes de terminar se refirió a otra cuestión. Las mareas traen también consigo una estética informal que algunos ven como zarrapastrosa pero que para los «mareantes» resulta sexy y glamurosa. La corbata es pecado mortal y la chaqueta algo más que venial. Al menos hasta que llegue el invierno el uniforme consistirá en andar en mangas de camisa. Una señora rubia con la inteligencia brillándole en los ojos y las primeras arrugas ennobleciendo su rostro preguntó: ¿usted cree que esa estética informal también desterrará los supermaquillages y los tacones de veinte centímetros? Doktor Pseudonimus se reconocía tan rendido admirador del eterno femenino como ignorante de sus secretos y leyes internas. Prefirió no contestar. Pero muy sinceramente compadeció a la señora.
DE CUANDO LOS ROJOS SE VOLVIERON INFRARROJOS
Pampinea no dio por zanjado el tema. Insistió. ¿Qué piensan ustedes sobre el futuro de Podemos? Una gran parte del auditorio dirigió su mirada a un anciano que estaba sentado junto a la puerta de la sacristía. De joven se había ganado la vida llevando la suerte del pajarito por las principales ferias de Galicia. Con cariño no exento de ironía en su aldea le llamaban el futurólogo. Pampinea le dio entrada. De una maleta desvencijada el anciano sacó un extraño instrumento. Entre bola de cristal e iPad gigante. El anciano pulsó unas teclas. El aparato emitió un ruido raro y unas palabras difíciles de entender. Algo así como camiseta o voltereta. Un amigo de Mayor Oreja que además de estar medio sordo sólo oía lo que deseaba escuchar exclamó airado: ¡Ya os lo decía yo, vuelve la ETA! En la pequeña pantalla pronto pudo leerse: «Noruega suplanta a Venezuela. De Lenin a Tierno Galván pasando por Hugo Chávez en menos de once meses». Unos pensaron en el Felipe Gonzalez de 1982. De cuando los rojos se volvieron infrarrojos y ganaron una tras otras todas las elecciones. Otros dijeron: «Cambian de rumbo porque las encuestas les dicen que sólo se llega al poder con los votos del centro. Para eso tienen a Carolina Bescansa». A un veterano lo de Bescansa le sonaba a laxante y a una hermosísima farmacia en la plaza del Toural. Pero la mayoría opinaba que tanto lo de Noruega como la transversalidad eran puro cuento. Un descarado ejercicio de simulación. Pseudonimus advirtió: «cuando uno simula algo con firmeza y asiduidad acaba siendo y creyendo lo que simula».
Unas bombas de palenque despertaron al Cuervo de su sueño. Galicia celebraba su fiesta. La primera luz de la mañana acariciaba la panza y las torres del Gallas. Procopio el Cuervo y el Doktor Pseudonimus habían pasado allí la noche velando una medalla. Emblema y oro de Galicia. Procopio pensó que nunca nada bueno salió de un tripartito y entregó la medalla al Doktor. Este la cogió con las dos manos, la llevó a lo alto cuanto pudo, miró al cielo y con versos prestados recitó:
«Galiza en min, meu Deus, pan que me dera
Leite, e centeo, e soño e lus de aurora
Longa rúa da mar, fogar da terra
Esta cruz que nos mide de alto a baixo»
Un peregrino lituano medio despistado pasaba en ese momento por allí. Al ver la escena se detuvo y se santiguó. Sacó el móvil, disparó y envió la foto al periódico de su pueblo.
Descargar pdf, La Voz de Galicia, «Sobre copilotos, mareas y otras imaginaciones (página 18)»
Descargar pdf, La Voz de Galicia, «Sobre copilotos, mareas y otras imaginaciones (página 19)»