El sueño de una noche de verano: E logo vostede ¿quén ven sendo? (vicisitudes de una conversión.)

Por Procopio

Por muchas vueltas que le diese enla cabeza Corvusseguía sin llegar a saber si aquello que le ocurría era una enfermedad o la consecuencia de una antigua maldición. Recordaba que siendo muy joven una tarde en la que se estaba entrenando para participar en los Juegos Istmicos llegó al gimnasio de Corinto una noticia que produjo una enorme conmoción. En Atenas Clístenes había decretado que a partir de aquel momento en toda el Ática el poder de decidir sobre cualquier cuestión recaería exclusivamente en los ciudadanos. En los atenienses varones y adultos reunidos en Asamblea. El cuervo se dio cuenta de la importancia de aquella noticia: por primera vez en la historia seis mil ciudadanos iban a ser dueños de su destino. Pero pronto la euforia se le fue entreverando con una progresiva melancolía. Porque el no era varón ni adulto ni tampoco un ciudadano. Era un pájaro que hablaba lo que hacia que fuese diferente a los demás. Lo cierto era que no sabia quien era.

Dado que la duda le perseguía allá a donde fuese y no le dejaba vivir tranquilo después de mucho cavilar Corvus decidió consultar al oráculo. Se fué al mercado, compró un gallo y una mañana levantó el vuelo y puso proa hacia el mítico lugar en el que en el inicio de los tiempos se habían reunido las dos águilas que Zeus había soltado desde los dos extremos del mundo y en el que Apolo había decapitado a la serpiente pitón. Delfos era ya la capital espiritual dela Hélade. Despuésde dos días y sus noches Corvus divisó en el horizonte el perfil del monte Parnaso. Pidió permiso a Apolo y aterrizó sin problemas junto al templo de Atenea. Limpió pico y plumaje sumergiéndose por tres veces enla Fuente Castalia, entregó el gallo a los sacerdotes y éstos lo condujeron directamente hasta el trípode de oro sobre el quela Pitiaresolvía en nombre de Apolo todos los enigmas. Recordando que el tema del santuario era “conócete a ti mismo” sin preámbulos ni cortesías previas y mirándole fijamente a los ojos el cuervo preguntó ala Pitonisa: ¿Quién soy yo?

Nada más oír la pregunta la Pitia entró en trance. Lanzó un gran grito y enfurecida escupió a la cara de Corvus la mezcla de hojas de Dafne y miel amarga que estaba masticando al tiempo que murmuraba con rabia: nunca lo sabrás.

El cuervo compuso como pudo la figura, se limpió el salivazo y se volvió por donde había llegado. Antes de abandonar el templo pidió a los sacerdotes que le devolviesen el gallo pero le dijeron que no era posible. Apolo lo consideraría un sacrilegio.

El Yo y su viceversa

Desde entonces le sucedía al Cuervo algo muy extraño. En todos aquellos años en los que el calendario cristiano cambiaba de década había siempre un día en el que percibía como un suave viento le entraba por las patas y le iba subiendo lentamente por todo el cuerpo hasta llegarle ala cabeza. Ycuando parecía que iba a quedarse dormido el Cuervo notaba que con le primer bostezo el viento se le escapaba por el pico.

El fenómeno duraba poco tiempo, apenas unas horas, pero sus efectos se manifestaban durante los diez años siguientes. Todo cuanto el Cuervo sabía, sentía, creía o valoraba, se volatilizaba y cambiaba de signo. Sin saber como ni por qué en su interior más profundo se producía una especie de viceversa universal que le cambiaba opiniones y sentimientos. Pasaba por ejemplo de ser amigo de los mitos a un racionalismo radical, de una ardiente progresía a profesar una carcuncia casi sin matices, de clásico a romántico, de confiado a sospechar de todo cuanto le rodeaba… Con la pedantería que le era propia se autodiagnosticó. Con el cambio de década, se dijo,  me cambia el paradigma a través del cual vemos e interpretamosla realidad. LaWeltanschauung.

Al principio el fenómeno lo desconcertaba: se percibía como un tránsfuga de si mismo. Pero después acababa aceptándolo proponiéndose incluso alguna coartada. El cuervo no ignoraba que todas las culturas estimaban como un bien la fidelidad a las propias ideas y valores – la continuidad del yo – pero ahora se preguntaba por qué había de ser así. Después de todo los momentos de ruptura suelen ser los más interesantes en cualquier biografía y son sin duda los más fecundos en la obra de un escritor. Al Cuervo llegó a resultarle divertido cambiar de ideas como cuando en su infancia cambiaba cromos con los cuervecillos de su camada. Pero de vez en cuando se angustiaba. Cuando se daba cuenta que el cambio lo dejaba sin nada firme donde agarrarse. Las ideas se tienen, en las creencias se está, había escrito su maestro. Corvus aceptaba como un juego ser un tránsfuga intelectual pero soportaba mal ser un descreído. Porque una cosa era no saber quien era y otra bien diferente no tener donde agarrarse.

Cosmopolismo, George Steiner y as cebolas de Betanzos

Corvus se daba cuenta de que se estaba convirtiendo en un extraño no sólo para consigo mismo sino también para los demás. Tanto le incomodaba esa situación que pasó por la humillación de recurrir a unos manuales de autoayuda e incluso se compró algunos de esos best-sellers en los que Eduardo Punset explica ad usum plebis como funciona el cerebro o como se manejan las emociones. Pero todo seguía igual.

Entonces decidió consultar a la antigua sabiduría dela etnia. Corvussabia que una de las corveiras más ilustres de Europa –la del Xallas-  seguía reuniéndose todos los primeros viernes de cada mes en Ponteceso a orillas del Anllons en el faiado de la casa en que había vivido Pondal. Allí los cuervos cantaban todos juntos las estrofas de Os Eoas y después declamaban con voz alta y solemne los eufónicos topónimos de a Terra de Bergantiños. Uno decía por ejemplo: Dombate y el otro respondía: Caión. Y así seguían: Coristanco, Sisargas, Roncudo, Laracha, Corme.

Los cuervos no conocían bien las razones de aquel ritual pero un erudito que los había visitado a principios del siglo XX lo interpretó como un intento de recuperar el lenguaje primigenio. El gallego que hablaban los cuervos venía claro está, del latín común – del sermo vulgaris – pero la toponimia parecía haber resistido la latinización manteniendo palabras y sonidos prerromanos. Cuando los cuervos las pronunciaban el inconsciente les decía que estaban reviviendo sonidos y palabras que los druidas celtas habían pronunciado en los mismos lugares muchos siglos antes. Y eso les hacia sentirse diferentes de los demás. Estaban contentos de ser como eran.

Aún no había empezado Corvus a contar su problema cuando el cuervo anciano y casi ciego que ejercía como cabezaleiro de la tribu lo interrumpió y le dijo: A ti o que che pasa e que te sobra cosmopolismo e te faltan raigames. Deberías ler menos a George Steiner e comer mais caldo galego. E cebolas. Cebolas de Betanzos ben refritidas.

Tanto el diagnóstico como el tratamiento le parecieron muy extraños al cuervo. Las raíces son muy importantes para las plantas, pensó, porque siempre están quietas. Viven y mueren allí donde nacieron. Pero lo propio de los hombres y de los pájaros es moverse, ir de un lado para otro. Las piernas y las alas son el primer requisito de la libertad.

Pero comparando la experiencia del Xallas con la sufrida en Delfos la aceptó como positiva. Así que sin darle más vueltas al asunto a la media hora ya estaba sobrevolando el antiguo Brigantium Flavium y después de atravesar un ventanuco del en su tiempo llamado Convento de Menores buscó acomodo entre el oso y el jabalí que dan allí soporte a uno de los sepulcros más bellos del mundo. Aquel en el que reposa Fernán Perez de Andrade o Bó.

Y durante un mes seguido sin omitir un solo día acudió puntualmente a la cocina del Pirri a disfrutar de su ración de caldo y de cebolas refritidas.

Libre, demócrata y ¿por qué no también galego?

En esas vicisitudes andaba metido el Cuervo cuando en un diario de gran difusión leyó una noticia que lo dejó patidifuso. Si somos libres y demócratas pero no somos gallegos no somos nada se decía en grandes titulares. Al principio Corvus pensó que aprovechando el jolgorio del Xacobeo algún talibán podía haberse colado por el Cebreiro pero el respeto y la admiración que la merecía quien aparecía como autor de la sentencia le impedía derivar lo que acaba de leer al registro mental donde aparcaba exabruptos y trivialidades. Además la sentencia había sido pronunciada durante una ceremonia solemne y en un lugar privilegiado:La  Casa Grandede Trasalba a la sombra del recuerdo inmarcesible de D. Ramón Otero Pedrayo.

Cuando acudía a consumir su dosis cotidiana de caldo y de cebolas el Cuervo había observado que en una mesa contigua solía sentarse un extraño personaje que entre otras habilidades tenía la de poder comer sin dejar de leer un solo instante. También había observado que aquello que leía con tanta avidez eran siempre libros o revistas relacionadas con la teología.

Entre bocado y bocado un día se atrevió a pedirle al extraño comensal su opinión sobre los ya famosos titulares. El personaje dejó sobre la mesa el libro que estaba leyendo, se quitó las gafas, se rascó la cabeza y después de esbozar una media sonrisa le dijo: No debería extrañarse usted demasiado. Desde quela Iglesiaha decaído en su función de otorgar sentido y pertenencia un fantasma recorre Europa: la obsesiva necesidad de encontrar otros modos de pertenecer y de identificarse. Perdida la vigencia – y la vivencia – de un Cuerpo Místico que a todos nos unía e identificaba la mística rebrota ahora en otros manantiales. La globalización no sólo no alivia esa carencia, sino que la hace más grave. Porque la globalización entiende de organizaciones pero no de comunidades. Y las organizaciones se inventan para cumplir objetivos, mientras que las comunidades existen para preservar y cultivar afectos, costumbres y valores. Por su tamaño, por su historia y por el carácter de sus gentes Galicia podría ser entendida sin esfuerzo como una comunidad natural. Aquí todos nos conocemos y la relación cara a cara es el primer requisito para que exista una comunidad. Creo que eso es lo que quieren decir esos titulares que al parecer tanto le han asustado a usted. Además en honor a la verdad he de decirle que el texto de esos titulares esta equivocado. Ante la cara de extrañeza que puso el Cuervo el personaje se explicó: no se dice no somos nada sino no somos nadie. La diferencia es importante. Se dio cuenta de que el Cuervo no captaba el distingo por lo que continuó: no ser nada equivale a un aniquilamiento. No ser nadie significa simplemente no saber quien se es. Quizás sea cierto que un gallego que viva en Galicia y que no se sienta gallego no sepa realmente quien es.

No saber quien se es. El Cuervo notó que la vieja herida se volvía a abrir. Agradeció al interlocutor sus distingos, se zampó la última cebola que aún quedaba en el plato y se fué pensando que no en vano de los teólogos se decía que eran capaces de discutir durante horas y más horas sobre el sexo de los ángeles sin que sonase a coña.

Pero no pudo evitar una sospecha: quizás su herida se curase dejando crecer el Feeling que ahora dentro de si mismo percibía por primera vez: la empatía con un país. Ya que no de nacimiento podría al menos llegar a ser gallego de adopción.

Para conseguirlo al Cuervo le parecía que la receta del caldo y as patacas no sería suficiente. En el fondo el era de letras y creía que la solución, como siempre, estaba en los libros. Así que se fué a una librería, se compró la gramática de D. Ricardo Carballo Calero y se puso a estudiar el gallego común. Allí, entre otras cosas, aprendió quela palabra Corvosegún el timbre de voz que se utilizase al pronunciar la primera o podía significar cuervo o curvo. Al Cuervo esa ambivalencia le encantó. Además pensó que en el alma y la geografía de Galicia la curva es una constante y la recta una excepción.

¿Gallegos por la naturaleza, españoles por la historia, europeos por la cultura?

En la radio oyó Corvus que en las ruinas del Gaiás se celebraba esa misma tarde una mesa redonda sobre algo así como Identidade e Crisis. Y le pareció que podría resultarle provechoso acudir a esa reunión. Pero antes de hacerlo decidió seguir un consejo que muchos años antes le había dado el Señor Embajador de España cerca dela SantaSedey dela Ordende Malta. El Embajador le había contado que D. Indalecio Prieto antes de cualquier debate importante solía hacer tres cosas: ir a un café a tomarse un cortado, afeitarse en una barbería y limpiarse los zapatos en un salón limpiabotas. La opinión del barbero, la del camarero o la del limpiabotas le servían como una encuesta de opinión mucho antes de que éstas hubiesen sido inventadas.

Para el Cuervo el problema consistía en que no tenia pelos que cortar ni barba que afeitar y que un simple café le producía una urticaria que lo dejaba al borde del colapso. Tampoco usaba zapatos. Pero decidido a seguir el consejo como fuese se dirigió a un limpiabotas solicitándole que con un poco de betún diese lustre a su plumaje. (Además al Cuervo le intrigaba la afición hispana – porque era común a peninsulares y sudamericanos – por dar brillo a los zapatos. El Cuervo la interpretaba como reminiscencia de la antigua obsesión por demostrar la pertenencia a la hidalguía.  El brillo de la punta de los zapatos de los hidalgos – o de quienes intentaban parecerlo – era incompatible con el polvo y el barro que ensuciaban las botas de los siervos de la gleba. Algo así como aquéllas migajas de pan pegadas a las comisuras de la boca con que salían a la calle los hidalgos para dar la impresión de que habían comido. Los zapatos, reflexionó el Cuervo, todavía hoy son un marcador de clase y de distinción superior al vestido y recordó que en las Cortes celebradas en Valladolid en 1.258 se había decretado que tanto moros como judíos “no trayan zapatos blancos ni dorados e el que los trujiere que sea por merced del Rey”).

El resultado de la encuesta fue absolutamente decepcionante. Entre los clientes del salón de limpiabotas todos menos uno relacionaron la palabra identidad con el D.N.I. Y el que no lo hizo la relacionó con la policía, recordando una noche en la que en un lugar donde se trapicheaba cannabis se le acercó uno de la secreta, le enseñó una placa que llevaba oculta bajo la solapa de la gabardina y le conminó: identifíquese usted.

Cuando el Cuervo llegó al Gallás la reunión ya había comenzado. Alguien que apenas podía ser reconocido – Fenosa había cortado la luz por falta de pago – estaba diciendo: somos gallegos por Naturaleza, españoles porla Historiay europeos porla Cultura.Esees el trípode sobre el que se asienta nuestra identidad.

El Cuervo recordó: años sesenta, mesa camilla, Xelmirez 15 4º andar. Y pensó: la música todavía suena bien pero la letra no resiste la crítica. Porque la cultura hace ya mucho tiempo que no acepta un Canon único válido para todos y la historia… ¿quién se fía hoy dela Historia? Con la cantidad de revisionistas que la frecuentan el pasado, incluido el que hemos vivido personalmente, cambia casi todas las semanas. En España ya casi resulta más sencillo predecir el futuro que conocer el pasado. En ese momento un médico jubilado que entretenía sus ocios haciendo sonar una zanfoña que le había regalado don Faustino Santalices preguntó al orador: ¿puede saberse lo que entiende usted por Naturaleza? El orador que debía vivir más próximo a la burocracia que a la poesía un tanto extrañado le contestó: el Territorio: La tierra, la flora y la fauna comprendidas dentro de los limites de las cuatro provincias gallegas. Pues sepa usted, respondió el jubilado, que Galicia limita al Norte con los vientos alisios y al Sur con algún barrio de Buenos Aires. Y que el que no sepa eso nunca entenderá nada sobre el país…

El Cuervo se dio cuenta que desde hacía unos momentos muchos de los asistentes al acto se levantaban discretamente uno a uno y sin despedirse ni hablar con nadie se dirigían a la puerta de salida. Extrañado, preguntó a uno que estaba iniciando la huida por la razón de tan masiva desbandada. Sin detenerse y sin apenas dirigirle la mirada el aludido susurró: los teléfonos móviles están anunciando que los muchachos deLa Rojaestán saltando al terreno de juego de Soccer City en Johannesburgo. Corvus pensó que aquello que allí mismo estaba sucediendo era un buen tema para ser discutido en una mesa sobre identidades. Pero también a él le había entrado la prisa así que se fugó a través de un ventanuco que permanecía abierto y se fué volando en busca del televisor más próximo más próximo.

Courel dos tesos cumes que ollan de lonxe.  Eiquí síntese ben o pouco que é un home

El estampido de unas bombas de palenque sacó al Cuervo de su sueño. Era el día del Apóstol y Galicia celebraba su Fiesta Nacional. Al abrir los ojos vio como el primer sol de la mañana alanceaba y encendía una asombrosa muchedumbre de faias, loureiros y castiñeiros que subían y bajaban por laderas vertiginosamente verticales. Allá abajo medio oculto por tupidos soutos de salgueiros y vidueiros se oía pasar cantando al Lor. Se dió cuenta de que estaba enla Devesada Rogueira adonde había llegado el día anterior siguiendo las huellas de un poeta. Durante largo rato el Cuervo permaneció quieto y ensimismado dejando que aquella belleza que por todos lados le acometía lo fuese empapando y recubriendo como un manto. Después miró hacia arriba, dudó un momento y… aceptó el desafío. Abrió las alas y por los peldaños invisibles del aire fue subiendo, subiendo, subiendo hasta sobrepasar las cumbres de Formigueiros y Pía Paxaros. Allí arriba, suspendido en el aire, solo y en silencio oyó como resonaba dentro de sí la recia voz del gran Uxío: “Courel dos tesos cumes que ollan de lonxe.  Eiquí síntese ben o pouco que é un home”

Sintió también que desde la luz, desde las cumbres, desde los soutos, desde las fervenzas y los regatos alguien le estaba hablando. Se acordó del Dumiense que a finales del siglo VI en De Correctione Rusticorum abroncó a unos gallegos recién cristianizados por seguir creyendo que las fuentes, los bosques y los regatos tienen alma y hablan. El Cuervo tenía poco de panteísta pero ahora estaba seguro de quela Naturaleza, Madre y Partera de todos y de todo había escuchado y aceptado su sacrificio. Sabía también que nunca más necesitaría acudir a un oráculo para saber quién era. Un apatrida y quizás también un cosmopolita – se dijo a sí mismo el Cuervo – es aquel a quien todo le interesa pero a quien nada le merece reverencia… Y ahora él estaba allá arriba reverenciado su propio sentimiento. El que le permitía sentirse compañero y hermano del búho y el cormorán, del urogallo y la gaviota, de la alondra y el ruiseñor miembros todos de la fauna alada de Galicia. Y el que también por fin le otorgaba nombre, pedigrí y pertenencia. Ya podía decir de sí mismo: Yo Corvus Corax Xacobeus, alias el Curvo, hijo pródigo dela Corveiradel Xallas, esporádico escribidor de epístolas, habitante y patriota ya para siempre fidelísimo del Reino de los Mil Ríos.

El Cuervo se dio cuenta además de que para decir con propiedad yo te amo primero hay que saber decir Yo. Y también era por eso que estaba tan contento.