Doktor Pseudonimus
Este confinamiento al que todos estamos sometidos tiene al menos una posible ventaja: el redescubrimiento de la propia biblioteca. Acaba de sucederme. En algún lugar leí lo que López de Gómara dijo de Cortés: “era celoso en su casa, siendo atrevido en la de los demás. Condición de putañero”. El morbo movilizó mi curiosidad y decidí documentarme. Sin demasiado esfuerzo encontré en la estantería la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Escrito por aquel valiente soldado y honrado cronista que fue Bernal Díaz del Castillo. Todo comenzó el jueves de una Semana Santa. Las naves de Cortés estaban ancladas en una bahía. En el mástil de la capitana ondeaban las insignias reales de Castilla. A ella se acercó una piragua. Los indígenas traían frutas, flores y algunos adornos de oro. Adornos que cambiaban por las bisuterías que les ofrecían los españoles. Cortés quiso hablar con aquellos indios, pero no puedo hacerlo. El intérprete Aguilar conocía bien el maya, pero nada sabía del azteca que era el dialecto propio de aquellos indios. Pero alguien le instruyó sobre el asunto. Entre las esclavas que le había regalado el cacique de Tabasco había una india que hablaba el azteca. Y aún le añadió que lo hacía con cierta elegancia. Bernal Díaz del Castillo que conocía personalmente a la india aclaró que la llamaban la Malinche que era hermosa y además muy inteligente. Y así fue como funcionó el asunto. Maliche traducía el azteca al maya y Aguilar pasaba el maya al castellano. Pero pronto el intérprete resultó innecesario. La Malinche, a quien empezaban a llamar doña Marina, aprendió a hablar el castellano. Entre otras cosas porque para ella ya era el idioma del amor. Y por si alguien aún no lo sabe le aclararé que doña Marina, la Malinche, fue la amante preferida del propio Hernán Cortés. Sobre los encantos y habilidades de doña Marina solo les daré una muestra. Tiene lugar en el encuentro que ella promueve entre Cortés y Moctezuma. Al colocar éste un vistoso collar en el cuello de Cortés le dice: “este palacio Malinche pertenece a vós y a vuestros compañeros. Descansad en él de vuestras fatigas, pues mucha necesidad tenéis de ello”.
Todavía hoy la figura de la Malinche resulta polémica en la conciencia colectiva mejicana. Para unos significa la apertura a la novedad y para otros el servilismo. Aún recuerdo como unos políticos mejicanos insultaban a otros llamándoles “malinchistas”. Pero también todavía hoy -y con permiso de los indigenistas- el recuerdo de las aventuras de Cortés y la Malinche son capaces de alegrar y de ilustrar el tiempo de un confinamiento.
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