El primer vuelo tiene como destino la Roma de Tiberio. Nos acompaña Robert S. Jampel de quien tomo parte de la historia. Estamos en el año cuarenta de nuestra era. Un personaje importante del Senado Romano percibe que en los últimos meses ha ido perdiendo visión en los dos ojos. Llama al joven médico griego que la familia mantiene como un miembro más de la familia. Su status no es el de un esclavo pero se parece bastante. El médico observa que el color negro de las pupilas del senador ha sido substituido por una tonalidad blanquecina. Pronuncia una palabra griega –leukokoria – y ante la importancia de la dolencia y la alcurnia del paciente se decide solicitar una segunda opinión. El Senador pide una cita con Celso cuyo saber, se dice en Roma, abarca toda la medicina de su tiempo. Celso recibe al Senador en su propia casa. Primero lo observa y luego lo hace salir a la terraza. El sol de Roma brilla en todo su esplendor. Celso le dice al Senador que mire directamente al Sol. Una y otra vez pone sus manos delante de los ojos del paciente y las retira bruscamente. Observa que cada vez que retira las manos las pupilas del Senador se contraen bruscamente. Celso le dice al Senador que una operación puede devolverle la visión.
El médico y el paciente se sientan frente a frente. Un esclavo, de pie, con sus dos manos fija la cabeza del paciente. Celso toma con su mano derecha un estilete y lo dirige hacia el ojo izquierdo del Senador. Lo clava con fuerza en la parte temporal de la córnea, penetra en la cámara anterior y los introduce hasta el centro de la pupila. En ese momento con un movimiento brusco empuja hacia atrás el cristalino que cae en la cámara vítrea. La intervención ha terminado. El médico pone delante del paciente su mano y le dice que cuente los dedos. Le dice también que mire a su cara y el Senador acierta cuando el médico le pregunta si tiene abiertos o cerrados sus ojos. Comprobando el éxito de la intervención Celso toma el estilete con la mano izquierda y repite la maniobra en el ojo derecho.
¿Por qué he traído aquí esta escena? Pues porque creo que lo que explica el éxito y la sorprendente supervivencia de la reclinación del cristalino a lo largo de la historia es precisamente la microincisión. Sólo por esa razón puede entenderse que en Berlín todavía en 1863 muchos años después de la invención de la extracción de la catarata por Daviel se siguiese practicando la reclinación. Y también por algo más personal. Porque pienso que cuando en De Medicina Celso escribe que cualquier cirujano debe ser “de mano fuerte, firme, que no le tiemble nunca: ha de servirse de la izquierda no menos que de la derecha, la vista aguda y clara. Valiente y también compasivo” podría estar exponiendo, especialmente en lo que se refiere a la necesidad de ser ambidiestro, su propia experiencia como cirujano reclinador de cataratas.
Queda pues bien claro que la actual microincisión puede presumir de una antigua y noble genealogía.