Doktor Pseudonimus
¿Por qué a los José les llamamos Pepe?
En algún lugar lo cuenta Santiago Lamas. Monseñor Quellen predica en Notre Dame a los aristócratas rusos que han huido a París cuando la revolución bolchevique. Y les dice: Jesucristo no solo era Dios. Por parte de madre era de muy buena familia. Casi un colega. Y el asunto resulta curioso. Porque sobre el linaje de la Virgen María en el Evangelio solo existe una breve nota sobre su relación con Zacarías. Pero sobre San José existe un documento impresionante. En el comienzo del Evangelio de San Mateo se hace descender su genealogía desde Abraham y David hasta llegar a través de catorce generaciones a Jacob: “quien engendró a José, esposo de María, de la cual nació Jesús que es llamado el Cristo”. Y Mateo añade: “La generación de Jesús fue así. Desposada su madre con José antes de que cohabitasen se halló que había concebido lo que fue por obra del Espíritu Santo”. El misterio de la Encarnación no resultaba fácil de explicar a los fieles y los misales medievales nombraban a José como “Sanctus Josephus ,P.P. Christi”. Este P.P. era hipocorístico significando Pater Putativo, de Cristo. Un hipocorístico es un término familiar que suele darse por razón de la eufonía. Lolo por Manolo, Tuco por Vituco, Tino por Faustino o Constantino. Como hemos visto el trueque de Pepe por José obedece a un fenómeno más sofisticado. Y que nada tiene que ver con el más moderno y festivo de ¡viva la Pepa! Exclamación irónica relativa a la Constitución de Cádiz de 1812, proclamada el día de San José y utilizada para poder aclamar impunemente un código político liberal en pleno absolutismo.
Si Salmerón se hubiese apellidado Salmerín
De antemano reconozco que esta brevería me ha nacido medio loca. Se trata de discurrir sobre la importancia que sobre la personalidad de un sujeto pueda tener su apellido. No parece que pueda ser la misma en el caso de un diminutivo como en un aumentativo. Ahí les va un ejemplo. D. Nicolás Salmerón fue presidente de la primera república española. Aunque solo lo fuese durante dos meses pues por problemas de conciencia hubo de negarse a firmar unas condenas a muerte. También fue catedrático de metafísica de la Universidad Central. Y ahí tuvo como alumno a D. Ramón Otero Pedrayo. Una noche D. Ramón me contó la importancia que Salmerón daba a su asignatura y a su propio magisterio. Defendía que, por su importancia, la metafísica debería figurar como materia obligatoria en todos los cursos de la carrera. Cuando iba a clase lo hacía siempre en coche de caballos. Y antes de tomar la palabra obligaba a los alumnos a permanecer cinco minutos en silencio y con los ojos cerrados preparando su mente para lo que iban a oír. Todo esto que les cuento resulta difícil de entender. Pero, al menos para mí, resultaría imposible de creer si D. Nicolás en lugar de apellidarse Salmerón se hubiese apellidado Salmerín. Y tampoco parece muy probable que Calderón de la Barca escribiese La vida es sueño si fuese Calderín.
D. Narciso, D. Pedro y D. Leandro
D. Narciso Correal Freire de Andrade fue un peculiar abogado, académico y publicista coruñés. Famoso por su elocuencia pero también y, sobre todo, por la mala uva de sus juicios sobre amigos y colegas. Ahí les va un ejemplo. Su pariente Pedro López Sors Freire de Andrade fue un personaje impactante de la vida social coruñesa. Exitoso corredor de comercio, desde su infancia padecía una bien visible cojera. Después de una disputa familiar D. Narciso le dedicó y divulgó una copla “Es curiosa paradoja que un corredor del comercio ande a la pata coja”. En Luchana 1-3º, domicilio de D. Pedro López Sors, tuve ocasión de conocer a su amigo Leandro Pita Romero. Natural de Ortigueira, fue periodista director del Orzán en A Coruña. Impulsor del movimiento agropecuario en Galicia. Miembro de la Federación Republicana Gallega, fue ministro de Estado y de Marina. Primer embajador de la República en la Santa Sede. Exiliado a Argentina, bufete superexitoso en Buenos Aires. Llegada la medianoche lo acompañé al hotel en el que se alojaba. D. Leandro no gustaba referirse a su experiencia en la política. Pero recuerdo una historieta que me contó y que considero bien instructiva. En un consejo de ministros Largo Caballero ataca ferozmente a D. Salvador Madariaga. D. Salvador no entiende nada y mira suplicante a D. Leandro. Este le hace llegar un papelito en el que le dice: usted nunca entenderá esto porque nunca ha sido concejal.
Fake news
En una comedia de Tito Maccio Plauto ,el Molière romano, se dice que a quienes inventan calumnias hay que cortarles la lengua y a quienes las escuchan y divulgan colgarles de las orejas.
Y como el tema se ha vuelto tan moderno habrá que dedicarle un próximo Zaguán.
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