Doktor Pseudonimus
A veces la infancia me manda una postal. Es un verso de Michael Krüger, un poeta alemán. De vez en cuando algo que ves o que oyes te lleva en volandas al tiempo de la niñez. Un tiempo casi siempre nimbado por una aura de felicidad. Pero una infancia absolutamente feliz suele ser una gratificación inventada por la memoria. Los niños sufren, pero su curiosidad hace que ese sufrimiento no cuaje en tristeza. Y es por eso que nos da tanta pena ver a un niño triste. Tristeza non ten fin, felicidade sí. Cantaba Toquinho con letra de Vinício de Moraes. Pero era una canción de adultos para ser cantada por adultos. Y, además, brasileiros.
Toma y daca
El papa ofrece a un cardenal una toma de rapé. El cardenal, amable, pero firme, le dice: doy las gracias a su santidad pero no tengo ese vicio. El papa, contrariado, pero sin perder la compostura, añade: si se tratase de un vicio lo tendría.
Contra la calumnia
Lo escribe Plauto en una de sus comedias: «Los que calumnian deberían ser colgados de la lengua y los que las escuchan colgados de las orejas». Ya solo le faltó pedir que una vez colgados los calumniados les tirasen de los pies.
La eficacia
Puede leerse en Escolios a un texto explícito. «Los eficaces nos obligan a volvernos eficaces o a ser decentes y perecer». La sentencia no es del todo cierta y encierra una buena dosis de «mala uva». Pero da que pensar.
Un piropo
«Ella era rubia como una cuerda de un violín y como ella capaz de estremecimientos» El inventor de ese piropo fue nada menos que D. José Ortega y Gasset. Pero uno no puede dejar de dudar de la eficacia que tendría hoy en día comparar a una mujer con la cuerda de un violín. Más de alguno —o alguna— lo considerarían una «cursilada».
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Descargar pdf, La Voz de Galicia «Breverías. El correo de la infancia»