Doktor Pseudonimus
Lo leo en la última entrevista concedida por Michel Foucault. Me llama la atención el hecho de que en nuestra sociedad el arte se haya convertido en algo que atañe a los objetos y no a la vida de los individuos. ¿Por qué un hombre cualquiera no puede hacer de su vida una obra de arte? ¿Por qué una determinada lámpara para una casa puede ser una obra de arte y no puede serlo mi vida?
Una buena pregunta muy difícil de contestar. Carecemos de un canon que permite decidir cuando una vida es bella y cuando no lo es. La experiencia estética es siempre subjetiva. Algo que el espíritu le “presta” a un objeto o a una acción. Podríamos pensar que el estilo se fundamenta en la “voluntad de forma”. Pero el romanticismo buscó y encontró la belleza en el desorden .
En la modernidad el principal representante de esa “voluntad de forma” fue Goethe, quien ya anciano ,en su “wanderjahre” propone a Frau Susanne ir “de lo útil a lo bello a través de lo verdadero”. Pero hoy en día la hegemonía de lo útil es evidente. La preocupación por mantener la belleza en los actos cotidianos quizás solo sobreviva en Japón donde la ceremonia de servir y tomar el té sigue teniendo un aire casi religioso.
Pero lo único importante es seguir siendo capaces de decir sí a la vida porque, después de todo, el estilo es también una moda. Y solo quienes nunca fueron esclavos de las modas pueden envejecer sin melancolía. Un consuelo para cuando el organismo ya empieza a decir: esto no, esto tampoco.
El mal Bicho y el poder
En La storia y il quotidiano , Franco Ferrarotti afirma que “la forma fundamental del poder social radica en quien tiene el poder de decidir que cosa es la realidad. Y la miseria de nuestro tiempo consiste en que ese poder no lo detenta ni un sabio ni un político todopoderoso. Quien condiciona nuestros temores y nuestras costumbres es un mal bicho. Minúsculo e invisible: el virus Covid-19.
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Descargar pdf, La Voz de Galicia «Brevería. La vida como obra de arte»