Adenda 1 al Sueño de una Noche de Verano
Manuel Sánchez Salorio
Pudo haber sido un fallo de la grabadora. O de los electrodos encargados de captar el flujo de las neuronas del Cuervo. El caso es que en los ordenadores del Pazo de San Roque aparecían dos fragmentos inéditos del Sueño de una Noche de Verano y nadie sabía qué hacer con ellos. Pensaron en utilizar un virus para destruirlos. Pero un operario del Pazo que de joven había trabajado como loquero en el manicomio de Conxo dijo que destruir sueños traía mala suerte. Además La Voz de Galicia tenía el copyright de todo lo que pudiese soñar Corvus. Por todo eso, aunque fuera de fecha y de contexto, aparecen ahora esos fragmentos ocupando este Zaguán.
La primera escena se inicia con una pregunta. Alguien del público pide a la mesa su opinión sobre aquellos políticos que según las últimas encuestas podrían ser una alternativa de gobierno. Aún estaba flotando en el aire la pregunta cuando se puso en pie un señor bajito con pinta de Woody Allen pero en moreno. Y con gesto airado dijo: nunca podrá ser buen gobernante quien no sabe usar el posesivo aplicando a los adverbios. Todo el mundo pensó que se trataba de una chorrada propia de un chiflado deseoso de notoriedad. Pero el presunto chiflado sacó del bolsillo un periódico y se puso a leer la referencia del debate previo a la elección de secretario general de un gran partido. La candidata Susana al referirse a las personas que ayudaban al candidato Pedro las designa como “la gente que había trabajando “cerca tuya””. Y, para no ser menos, el candidato Pedro agradece al partido que estuviese “detrás mía”.
El presunto chiflado resultó no ser tal. Discípulo y admirador de Álex Grijelmo y apoyándose en la autoridad de su maestro continuó: se puede decir al lado suyo porque se puede decir a su lado. Y a costa suya porque se puede decir a su costa. Pero no se puede decir cerca tuya porque no se puede decir a tu cerca. Ni detrás mía porque no se puede decir a mi detrás. Pampinea agradeció la lección e iba a dar el caso como cerrado cuando desde el fondo de la sala llegó una voz: “¿y qué me dicen ustedes de la “relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor?” El slogan con el que la alcaldesa Botella había pretendido convencer al Comité Olímpico Internacional de las bondades de Madrid como sede de unas olimpiadas. Esposa por cierto de aquel políglota que era capaz de hablar catalán pero sólo en la intimidad. Dos contra dos. Conseguido el empate técnico entre izquierdas y derechas, Pampinea dio por finalizado el partido.
Pero Pseudonimus no pudo evitar una reflexión ¿Por qué habrá países como Francia en los que no podemos ni imaginar un Presidente de la República sin un lúcido y fluido dominio de su propio idioma? Y, por el contrario, ¿por qué en otros como en U.S.A. ese mismo dominio es visto con desconfianza percibiéndolo como un instrumento que capacita a quien lo posee para engañar más fácilmente a los ciudadanos? Pseudonimus no se supo contestar a su propia pregunta. Pero una cosa le quedó muy clara. Siempre preferiría políticos que, como Ramón Villares gusta decir, “teñan libros na casa”.
Llegados a este punto algún lector podría preguntar: ¿Y qué se hizo del segundo fragmento y de los modales? Para saberlo tendrá que esperar al próximo Zaguán.
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