Doktor Pseudonimus
Lo dice Umbral en Las palabras de la tribu. A la vuelta de Nuremberg Ortega se sigue charoleando mucho los zapatos. Como si eso fuese lo que diese más credibilidad a su pensamiento. “Un hombre con los zapatos sucios es difícil que piense claro”. Y traigo esta cita aquí porque pienso que todavía hoy, en un mundo invadido por fake news y postverdades, la relectura de Ortega podría funcionar como restauradora de claridades y entusiasmos. Porque solo vale la pena releer aquellos textos en los que el autor siempre sugiere algo más de lo que dice. Dejarse seducir por aquella inteligencia – Jordi Gracia dixit – “fulgurante, expansiva y contagiosa. Mandona y celosa de su autoridad. Espontáneamente jovial y sin embargo estudiosamente ejemplar”. Y es por eso que me atrevo a proponer la relectura de Ortega como una practica higiénica. Lavarse las neuronas como uno se cepilla los dientes. La curiosidad de la mirada y la alegría de seguir viviéndose lo agradecerán. Y los melómanos aun podrían añadir otro aliciente. Releerlo escuchando al mismo tiempo a Beethoven o a Bach. Siempre a un alemán. Aunque D. Ortega y Gasset, primer filósofo de España y quinto de Alemania, nunca pudo hablar alemán sin la disonancia de su acento carpetorretórico. Un defecto que la vanidad típica de Ortega transformó en virtud. Se inventó la teoría de que solo podían hablar un idioma extranjero sin acento vernáculo aquellos que carecían de una fuerte personalidad propia.
Y llegados a este punto algún lector podría preguntarse que relación tiene todo esto con lo de “viejo venís y florido”. Sucedió el cuatro de mayo de 1946. Tras diez años de silencio Ortega reaparece como conferenciante en el Ateneo de Madrid. Un lugar refugio de la libertad de pensamiento desde mediado el siglo diez y nueve. El local está abarrotado. En la audiencia hay muchos jóvenes que jamás han oído a Ortega. Y su nunca reprimida vanidad hace que se aplique a sí mismo lo que la gente cantaba al Cid cuando expatriado de Valencia vuelve a Castilla. “Viejo que venís, el Cid, viejo venís y florido”. Viejo y florido hasta el final de los días. Me atrevo a repetirlo. Relean a Ortega. Su estilo y sus ganas de vivir se lo agradecerán.
Lenguaje y prestigio social
Todavía hoy la inseguridad en el uso de la lengua se considera en Francia como un signo de desprestigio social. Por el contrario en USA la falta de elocuencia suele apreciarse como una garantía de honestidad. Una persona que habla mal suele verse como alguien incapaz de engañarnos o de tomarnos el pelo. Pero me figuro que después de escuchar día tras día las sandeces que salen de la boca de Donald Trump empezará a tambalearse tan estúpida opinión.
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Descargar pdf, La Voz de Galicia «Viejo venís y florido»